Las
despedidas buenas no son las fáciles, las buenas son las que cuestan, las que
duelen, las que te arrancan un trocito del alma, porque ese dolor que sientes
significa que mereció la pena...
Las despedidas buenas son las que llenan tu
maleta de imágenes, de sonrisas, de recuerdos que te acompañarán siempre.
Además, en las despedidas buenas, nunca se dice adiós.